martes, 4 de febrero de 2014

Betty Friedan

Betty Friedan nació y murió un 4 de febrero. Su "Mística de 

la feminidad" cambió el curso del feminismo y ganó Pulitzer



Entrevista a Betty Friedan por Isabel Martínez Lozano, publicada por Mujeres en Red:http://www.ucol.mx/egeneros/admin/archivos/betty_friedan.pdf

Betty Friedan, en el 93 aniversario de su nacimiento

Betty Friedan fue una mujer excepcional, sin duda. En 1964 ganó el premio Pulitzer con su libro “La mística de la feminidad” y entre sus singularidades está que nació y murió un 4 de febrero, así era ella.
Unas lineas recogidas de “Feminismo para principiantes” en su recuerdo y en agradecimiento por su trabajo:

Betty Friedan fue una joven brillante que desde niña supo lo que era ser “diferente”. Nació en 1921, en Peoria (EEUU), en una familia judía. Cuando comenzó sus estudios universitarios escribió: “En Smith no sólo sacaba sobresalientes, sino que las demás muchachas –supongo que también habrían sufrido por ser demasiado inteligentes “para ser chicas” en sus institutos– me aceptaban. En mi pueblo yo era un ser solitario, muy a mi pesar”. La muchacha diferente se graduó en psicología social con las mejores notas, con experiencia de liderazgo entre sus compañeras y con un premio literario universitario por sus editoriales en el periódico. Pero tras aquel extraordinario comienzo, renunció a una beca de investigación y eligió ponerse a trabajar y formar una familia.
Pasó sus estrecheces, pero todo iba más o menos bien hasta que, recuerda: “En el quinto mes de embarazo, me anunciaron que me despedían del trabajo del periódico sindical. No me dieron ninguna razón. Finalmente, un compañero me explicó que no estaban dispuestos a dejar que me tomara otro permiso de maternidad, como había hecho la primera vez. Estaba furiosa. No era justo. Pero Jule, nuestro jefe de redacción me dijo: ‘Tuya es la culpa, por haberte quedado embarazada otra vez’. Entonces no había una expresión para designar la discriminación por razón de sexo, ninguna ley para evitarla”.
Expulsada del mundo laboral, Betty comenzó a trabajar por libre, desde su casa: “Me embarqué en una carrera clandestina y no reconocida como escritora freelance”. Betty reconoce en su autobiografía que su vida se parecía bastante a lo que había soñado… aunque comenzó a detectar algunos síntomas: “Lo que de verdad quería era ser un ama de casa feliz y realizada, afincada en un barrio residencial y muy pronto madre de tres hijos. Pero recuerdo que un domingo que salimos de excursión en familia con algún grupo de feligreses y luego, otra vez, en el aparcamiento de un supermercado, sentí un ataque de pánico repentino, inexplicable y aterrador. Aquello era peor que el asma”. También, con la distancia de los años, Betty analiza su matrimonio: “Había llegado a un punto en el que dependía casi por completo de Carl (su marido) para relacionarme con otros adultos y gozar de su apoyo. Y además, tenía que escribir aquellos artículos a la fuerza, para contribuir a pagar nuestros gastos. Debí mostrarme menos indulgente con los negocios de Carl –pues teníamos un montón de pagos pendientes– y también con que no viniera a casa a cenar. Creo recordar una impresión de horror, de miedo indecible; me sentía aturdida, hasta que una noche me pegó. Y después lloró, aquella primera vez”.
Betty Friedan era prototipo de la mujer norteamericana de su época, la década de los cincuenta. Pero una serie de circunstancias la empujaron a profundizar tanto en sus sensaciones como en el mundo que la rodeaba. Así, ante una reunión de antiguas alumnas de la universidad, los organizadores pidieron a Betty que realizara un cuestionario. Era 1957. A partir de ahí, una serie de cabreos consecutivos llevaron a la publicación de su primer libro. Betty aceptó realizar el cuestionario por varias razones: por un lado, se sentía culpable de no haber hecho las grandes cosas que todo el mundo esperaba de ella tras su brillante expediente académico. Al final, su currículum decía: renunció a una beca en psicología, fue expulsada de su trabajo por estar embarazada y se dedica a escribir artículos superficiales para revistas femeninas. Pero además, hacía escasas semanas que había leído un libro recién publicado y que había suscitado amplio debate, “Modern Women. The Lost Sex”, de Marynia Farnham y Ferdinand Lundberg. Estos dos psicoanalistas freudianos sostenían la siguiente tesis con respecto a las mujeres norteamericanas: “Éstas tenían un nivel educativo demasiado alto, lo que les impedía adaptarse a su rol como mujeres”. Poco más o menos decían que de aquellos barrios residenciales ideales en los que entre nueve de la mañana y cinco de la tarde no se movía nada que midiera más de un metro de alto empezaba a surgir un rumor de desasosiego, de descontento y de ira. Si las amas de casa estadounidenses de los barrios residenciales no se sentían “felices” cuidando de sus hijos y utilizando los electrodomésticos con los que soñaban otras mujeres, el problema debía de residir en su educación.
“Aquello me puso furiosa”, recuerda Friedan: “Por supuesto, había aceptado sin cuestionarlo todo aquel rollo freudiano sobre el papel de las mujeres. Al fin y al cabo ¿acaso no había renunciado también yo a mi carrera para realizarme como esposa y madre? Pero la idea de que educar a las mujeres tenía consecuencias negativas para ellas mismas y sus familias sobrepasaba los límites”. Betty decidió entonces hacer el cuestionario y luego, aprovecharlo para escribir un reportaje oponiéndose a las tesis de aquel libro y demostrar que la educación no era la causa de la frustración de las mujeres. Pero una vez realizado, las respuestas que le enviaron doscientas mujeres suscitaban aún más preguntas que las que ella les había hecho: “Las mujeres que aparentemente valoraban más su educación, que se mostraban más alegres y positivas con respecto a su vida, eran las que no encajaban exactamente en el ‘rol de las mujeres’, en el sentido en que se definía entonces –esposa, madre, ama de casa, entregada a su marido, a sus hijos, al hogar–. Las que manifestaban dedicarse únicamente a ello estaban deprimidas o totalmente frustradas. Tal vez el problema que impedía que las mujeres estadounidenses ‘se adaptaran a su rol como mujeres’ no fuera la educación, sino aquella obtusa definición del ‘rol’ de las mujeres. El ‘problema femenino’, como se le llamaba entonces. Las mujeres acudían al médico aquejadas de enfermedades extrañas, sin diagnóstico; y los facultativos no daban con el motivo o el remedio de su ‘síndrome de fatiga crónica’”.
Betty decidió entonces escribir el artículo y con él llegó el segundo gran cabreo. Por primera vez en su vida de freelance, ninguna revista quiso publicárselo. A grandes males, grandes remedios: si nadie quería publicar su reportaje, escribiría un libro. El contenido quedó definido una mañana de abril de 1959, cuando Betty escuchó a una madre de cuatro hijos, que estaba tomando café con otras madres en tono de resignada desesperación: “Es el problema. Soy la esposa de Jim y la mamá de Janey, especialista en poner pañales y monos de nieve, en servir comidas, en hacer de chófer. ¿Pero yo quién soy como persona? Es como si el mundo siguiera adelante sin mí”. Así fue como Friedan identificó lo que más tarde llamaría “el problema que no tiene nombre”
Según Betty Friedan, en aquella época se achacaba a las mujeres la responsabilidad de todo tipo de “problemas”: que los niños se hicieran pis en la cama, que sus maridos tuvieran úlcera, que el fregadero no reluciera, que las camisas no estuvieran bien planchadas, incluso que ellas no tuvieran orgasmos. “Si una mujer tenía un problema en las décadas de 1950 y 1960 sabía que algo debía de ir mal en su matrimonio, o que algo le pasaba a ella. ¿Qué clase de mujer era si no se sentía misteriosamente realizada sacando brillo al suelo de la cocina?”
Friedan se planteó escribir el libro en un año, pero tardó cinco. Ella misma estaba inmersa en la mística de la feminidad. Y le costó muy caro salir. En su autobiografía, Betty cuenta que sufrió malos tratos psíquicos y físicos por parte de su marido y que tardó muchos, demasiados años, en divorciarse. Prácticamente, lo hizo cuando pensaba que le quedarían marcas en la cara para toda la vida de las palizas que recibía. De hecho, reconoce que tiene alguna cicatriz.
Pero en los cinco años que tardó en escribir el libro aprendió y reflexionó todo lo que había alrededor de aquel vacío vital que bautizó con el título de su libro: La mística de la feminidad. ¿Qué hacía que la mística pareciera inevitable, absolutamente irreversible y que cada mujer pensara que estaba sola ante ‘el problema que no tiene nombre’, sin darse cuenta jamás de que había otras mujeres a las que no les producía el menor orgasmo sacar brillo al suelo del cuarto de estar?
La mística de la feminidad se publicó en 1963 y como le había ocurrido a Simone de Beauvoir, el libro cambió la vida de miles de mujeres en todo el mundo y, al mismo tiempo, la vida de su propia autora. Recibió “un reguero de cartas, que luego se convirtió en un auténtico mar, que procedía de mujeres que estaban hartas de sentirse ‘como un electrodoméstico’ o ‘descerebradas’, o ‘con una depresión mortal’. (…) Cuando tuve el primer ejemplar del libro en mis manos, lo único que sabía era que, de repente, era capaz de volar”
El libro se convirtió en un best-seller. Friedan había dado en el clavo:
“La mística de la feminidad afirma que el valor más alto y la única misión de las mujeres es la realización de su propia feminidad. Asegura que esta feminidad es tan misteriosa e intuitiva y tan próxima a la creación y al origen de la vida que la ciencia creada por el hombre tal vez nunca llegue a entenderla. Pero por muy especial y diferente que sea, no es en manera alguna inferior a la naturaleza del hombre; incluso puede que sea, en algunos aspectos, superior. El error, afirma esta mística, la raíz de los problemas de la mujer en el pasado, estriba en que las mujeres envidiaban a los hombres, intentaban ser iguales que ellos, en vez de aceptar su propia naturaleza, que sólo puede encontrar su total realización en la pasividad sexual, en el sometimiento al hombre y en consagrarse amorosamente a la crianza de los hijos”. .
El libro se centraba sólo en las mujeres privilegiadas de la clase media de Estados Unidos, no daba una teórica explicativa ni del patriarcado ni del privilegio masculino y tampoco presentaba estrategias alternativas de vida, pero en todo el mundo a través de sucesivas traducciones, se convirtió en un clásico del feminismo. Su importancia estuvo en descifrar con lucidez el rol opresivo y asfixiante que se había impuesto a las mujeres de medio mundo y analizar el malestar y el descontento femenino. Friedan afirmaba de forma clara que la nueva mística convertía el modelo ama-de-casa-madre-de-familia, en obligatorio para ¡todas! las mujeres.
No era un libro complejo, tenía un lenguaje claro y analizaba la vida cotidiana, su propia vida. Friedan escrutaba todo lo que le parecía significativo, incluso las revistas femeninas o las heroínas de Hollywood. Por eso facilitó a millones de amas de casa, en distintos países, referentes comunes con otras mujeres y les permitió identificar su situación de opresión como experiencia ya no personal, sino colectiva. La mística de la feminidad fue un revulsivo en un nuevo proceso de concienciación feminista al crear una identidad colectiva capaz de generar un movimiento social liberador.
Además, para Friedan, el problema era político: la mística de la feminidad, que en realidad era la reacción patriarcal contra el sufragismo y la incorporación de las mujeres a la esfera pública durante la Segunda Guerra Mundial, identifica mujer con madre y esposa, con lo que cercena toda posibilidad de realización personal y culpabiliza a todas aquéllas que no son felices viviendo solamente para los demás”.
Acciones, no palabrería
“Mi ‘segundo libro’ de verdad fue el movimiento de mujeres que hizo posible la aparición de nuevos modelos”. No le falta razón a Betty Friedan cuando explica así lo que fue su vida a partir de La mística de la feminidad. Metida en un continuo ajetreo de ir y venir dando conferencias por Estados Unidos, Europa e incluso países como Irán, también fue requerida para organizar lo que sería el comienzo del más amplio movimiento de mujeres que conocería la historia. Ella contribuyó a poner la primera piedra creando la Organización Nacional para las Mujeres cuyas siglas, (NOW), en inglés, significan ahora, ya.
La mística de la feminidad había contribuido a la conciencia de las mujeres de su propia opresión, pero no veían cuáles eran los caminos para ir cambiando las cosas. Así que un puñado de mujeres creó –basándose sobre todo en la amistad y en las continuas decepciones–, lo que Friedan llama una “organización clandestina”. Muchas de aquellas mujeres trabajaban en la Administración, precisamente encargándose de los nuevos organismos públicos a favor de las mujeres. Algunas de estas funcionarias habían comprendido que eran sólo un medio para callarles la boca, pero, detrás no había ningún tipo de voluntad política para cambiar la realidad. Cuando a Franklin Roosevelt, Jr. le preguntaron en una rueda de prensa en la Casa Blanca en 1965 lo que pensaba hacer con respecto a la discriminación por razón de sexo, contestó: “¡Ah, ya! ¡Discriminación sexual! Supongo que tendremos que empeñarnos en que los chicos puedan ser conejitos del Playboy”.
No sabemos si los conejitos de Playboy fueron el detonante, pero unos meses más tarde arrancaba una nueva Revolución, con mayúsculas. El movimiento de mujeres nació en una comida que se celebró el 29 de junio de 1966. Aquel día, en dos mesas contiguas, quince mujeres que hablaban en voz baja y con gran animación y agitación, se pasaban notas escritas en las servilletas de papel. Se creó durante la tercera conferencia anual de las distintas comisiones sobre el estatus de las mujeres que se celebraba en Washington.
“Estábamos preparando el terreno para una de las revoluciones sociales más profundas del siglo XX. Teníamos que darnos mucha prisa, porque la mayoría habíamos reservado avión para aquella misma tarde. Había que hacer la cena y preparar a los niños para ir al colegio el lunes. Decidimos que el nombre del movimiento de mujeres moderno sería National Organization for Women. No se trataba de enfrentar a las mujeres contra los hombres; los hombres formarían parte de la organización, aunque serían las mujeres las que llevarían la voz cantante” .
Friedan, quien sería su primera presidenta, escribió la frase fundacional de la Declaración de Principios de NOW en una servilleta de papel. “Acometer las acciones necesarias para que se incluya a las mujeres en la corriente general de la sociedad norteamericana ya, ejerciendo todos los privilegios y responsabilidades que de ella se derivan, en una asociación auténticamente igualitaria con los hombres”. Acciones, no palabrería, repetiría Friedan.
NOW empezó oficialmente el 29 de octubre de 1966 con unos trescientos afiliados. Entre sus miembros se contaban dos monjas, mujeres sindicalistas, empresarias y algunos hombres. “Había un sentimiento de estar haciendo historia que todos percibíamos cuando pusimos aquello en marcha. Las mujeres llevábamos muchos años haciendo labor de voluntariado, colaborando en la organización y el apoyo a las causas contra el fascismo, o en la lucha contra la pobreza, organizando cosas para todo el mundo menos para nosotras mismas. (…) La palabra ‘liberación’ estaba en el aire, y hubiera sido sorprendente que las mujeres no se la hubiesen aplicado a sí mismas”.
En la Declaración de Principios de NOW sólo el aborto se quedó fuera de las reivindicaciones que quería Friedan. “Me recomendaron que no lo incluyera porque resultaba excesivamente polémico (no lo planteamos hasta el segundo año de NOW)”, recuerda. La declaración reivindicaba la igualdad de oportunidades y que se pusiera fin a la discriminación de las mujeres y de otros grupos marginados frente al empleo, que en las instituciones de educación superior dejaran de existir las cuotas de acceso para mujeres, que hubiera igual número de mujeres que de hombres en las comisiones y las direcciones de los partidos políticos, que se pusiera fin a la falsa imagen que de la mujer daban los medios de comunicación y a las políticas y prácticas proteccionistas que negaban oportunidades a las mujeres.
Friedan asegura que la ideología de las personas que iniciaron el movimiento de mujeres no era ni sexual ni política. Trabajaban bajo la idea de igualdad, de democracia: “No se trataba en absoluto de un grupo oprimido que se hace con el poder y se dedica a oprimir a sus antiguos opresores. Aquello era una revolución y un concepto totalmente nuevo. Un movimiento de mujeres que luchaba por la igualdad en una asociación auténticamente igualitaria con los hombres”.
Betty Friedan hizo su propia revolución y en 1969 se divorció: “Al fin, reuní el coraje para divorciarme de Carl. Tan importantes acontecimientos tenían lugar en mi vida pública, en tanto que en mi vida privada mi marido no dejaba de pegarme. Ya no podía seguir siendo la mujer de dos cabezas” . A esas alturas, se había hecho una mujer pragmática y sus consignas nacían a pie de obra: “Si no hay guarderías, lo demás es palabrería”. “Si las mujeres necesitan leyes de protección (en el trabajo), también se deben aplicar a los hombres. Después de todo, los hombres también se lesionan la espalda y tienen hernias por levantar pesos. Partiendo de esto, las leyes debían tener en cuenta la salud y no el sexo. En lugar de proteger a las mujeres, lo que hacían esas leyes era mantenerlas alejadas de los buenos puestos de trabajo”.
La autora de La mística de la feminidad ya ha dejado escrito cuál le gustaría que fuese su epitafio: “Contribuyó a construir un mundo en el que las mujeres están satisfechas de ser mujeres y se sienten libres de poder amar de verdad a los hombres”.
No le falta razón. Además de escribir La mística de la feminidad, y contribuir a fundar NOW –que ha llegado a ser una de las organizaciones feministas más poderosas de Estados Unidos, en el año 2003, NOW tenía 500.000 afiliadas–. , Friedan y NOW son las máximas representantes del feminismo liberal. Éste se caracteriza por definir la situación de las mujeres como una desigualdad –y no una opresión o una explotación–. Por ello, defienden que hay que reformar el sistema hasta lograr la igualdad entre los sexos. Las liberales definieron el problema principal de las mujeres como su exclusión de la esfera pública, y propugnan reformas relacionadas con la inclusión de las mismas en el mercado laboral. También, desde el principio tuvieron una sección destinada a formar y promover a las mujeres para ocupar cargos políticos.
Fuente: Nuria Varela     nuriavarela.com

Tren de la libertad

1 de febrero 2014, miles de personas llegadas en los "Trenes de la libertad" se manifestan en Madrid contra la nueva ley de interrupción del embarazo que impulsa el ministro Gallardón...otras miles de personas no pueden asistir  progan la información recibida a lo largo del dia y posteriormente.

La propuesta que surgió de Asturias, Tertulia Feminista Las Comadres, se propago rapidamente por todo el estado, se fletaron autobuses desde muchas ciudades españolas que recibieron y acompañaron a Las Comadres en al Congreso de los Diputados, bueno hasta donde las barricadas policiales lo permitieron, para entregar el manifiesto


Huelga de uteros de Beatriz Preciado


Comparto hoy aqui este link a un articulo de Beatriz Preciado: Declarar huelga de uteros.
Porque me parece estupendo y acertado,..como todo lo que escribe pero está en francés, si quereis una traducción rapida podeis encontrarla en la pagina de facebook.



Enfermés dans la fiction individualiste néolibérale, nous vivons avec la croyance naïve que notre corps nous appartient, qu’il est notre propriété la plus intime, alors que la gestion de la plupart de nos organes est assurée par diverses instances gouvernementales ou économiques. Parmi tous les organes du corps, l’utérus est sans doute celui qui, historiquement, a fait l’objet de l’expropriation politique et économique la plus acharnée. Cavité potentiellement gestatrice, l’utérus n’est pas un organe privé, mais un espace public que se disputent pouvoirs religieux et politiques, industries médicales, pharmaceutiques et agroalimentaires. Chaque femme porte en elle un laboratoire de l’Etat-nation, et c’est de sa gestion que dépend la pureté de l’ethnie nationale.
Depuis quarante ans en Occident, le féminisme a mis en marche un processus de décolonisation de l’utérus. L’actualité espagnole montre que ce processus est non seulement incomplet, mais encore fragile et révocable. Le 20 décembre, le gouvernement de Mariano Rajoy a voté l’avant-projet de la nouvelle loi sur l’avortement qui sera, avec l’irlandaise, la plus restrictive d’Europe. La loi de «protection de la vie du conçu et du droit de la femme enceinte» n’envisage que deux cas d’avortement légal : le risque pour la santé physique ou psychique de la mère (jusqu’à 22 semaines) ou le viol (jusqu’à 12 semaines). Mais encore, un médecin et un psychiatre indépendant devront certifier qu’il y a bien risque pour la mère. Le texte a suscité l’indignation de la gauche et des féministes, mais aussi l’objection du collectif des psychiatres qui refusent de participer à ce processus de pathologisation et de surveillance des femmes enceintes annihilant leur droit à décider pour elles-mêmes.
Les politiques de l’utérus sont, comme la censure et la restriction de la liberté de manifester, de bons détecteurs des dérives nationalistes et totalitaires. Dans un contexte de crise économique et politique de l’Etat espagnol, confronté à la réorganisation du territoire et de son «anatomie» nationale (pensons au processus de sécession de la Catalogne, mais aussi au discrédit croissant de la monarchie et à la corruption des élites dirigeantes), le gouvernement cherche à récupérer l’utérus comme lieu biopolitique dans lequel fabriquer à nouveau la souveraineté nationale. Il imagine qu’en le possédant il parviendra à figer les vieilles frontières de l’Etat-nation en décomposition.
Cette loi est aussi une réponse à la légalisation du mariage homosexuel acquise durant le mandat du précédent gouvernement socialiste et que, malgré les tentatives récurrentes du Parti populaire (PP), le Tribunal constitutionnel a refusé d’abroger. Face à la remise en question du modèle de la famille hétérosexuelle, le gouvernement Rajoy, proche des intégristes catholiques de l’Opus Dei et du cardinal Rouco Varela, entend aujourd’hui occuper le corps féminin comme lieu ultime où se joue, non seulement la reproduction nationale, mais aussi la définition de l’hégémonie masculine.
Si l’histoire biopolitique pouvait être racontée cinématographiquement, nous dirions que le PP prépare un frénétique porno gore dans lequel Rajoy et son ministre de la Justice, Ruiz Gallardón, plantent le drapeau espagnol dans tous les utérus de l’Etat-nation. Voici le message envoyé par le gouvernement aux femmes du pays : ton utérus est un territoire de l’Etat, domaine fertile pour la souveraineté nationale catholique. Tu n’existes qu’en tant que mère. Ecarte les jambes, deviens terre d’insémination, reproduis l’Espagne. Si la loi que le PP propose prend effet, les Espagnoles se réveilleront avec le Conseil des ministres et la Conférence épiscopale au fond de l’endomètre.
Corps né avec utérus, je ferme les jambes devant le national catholicisme. Je dis à Rajoy et Varela qu’ils ne mettront pas un pied dans mon utérus : je n’ai jamais enfanté, ni n’enfanterai jamais au service de la politique espagnoliste. Depuis cette modeste tribune, j’invite tous les corps à faire la grève de l’utérus. Affirmons-nous en tant que citoyens entiers et non plus comme utérus reproductifs. Par l’abstinence et par l’homosexualité, mais aussi par la masturbation, la sodomie, le fétichisme, la coprophagie, la zoophilie… et l’avortement. Ne laissons pas pénétrer dans nos vagins une seule goutte de sperme national catholique. N’enfantons pas pour le compte du PP, ni pour les paroisses de la Conférence épiscopale. Faisons cette grève comme nous ferions le plus «matriotique» des gestes : une façon de déconstruire la nation et d’agir pour la réinvention d’une communauté de vie post-Etat nationale où l’expropriation des utérus ne sera plus envisageable.
Beatriz Preciado est philosophe, directrice du Programme d’études indépendantes au Musée d’art contemporain de Barcelone. Cette chronique est assurée en alternance par Sandra Laugier, Michaël Fœssel, Beatriz Preciado et Frédéric Worms.
Beatriz PRECIADO philosophe, directrice du Programme d'études indépendantes musée d'Art contemporain de Barcelone (Macba)

viernes, 17 de enero de 2014

Petite fleur by Angelique Kidjo



Notre corps, notre sexe. Agnès Varda

Corto de Agnès Varda, artista nacida en 1928 en Bruselas, considerada precursora de la Nouvelle Vague por su innovador corto La Pointe Courte (1954).

Réponse de femmes: Notre corps, notre sexe (Respuestas de mujeres: Nuestro cuerpo, nuestro sexo), es un cortometraje feminista que Agnès realizó en 1975


Biblioteca feminista

¿Organizando tu biblioteca feminista? A continuación,  textos 

clásicos de la historia del feminismo que puedes consultar o 

descargarte gratis en Internet:

http://feminismo.about.com/od/publicaciones/fl/10-libros-y-recursos-gratuitos-sobre-feminismo.htm

http://pijamasurf.com/2013/03/3-libros-de-simone-de-beauvoir-digitalizados-y-listos-para-descargar-biblioteca-pijama-surf/#.UT2uQ3Rw1g4.twitter

Rosa Luxemburg


Rosa Luxemburg una pelicula de von Trotta





Documental  sobre Rosa Luxemburg (en Alemán)

Contra la ignorancia sobre el feminismo

Por:  31 de diciembre de 2013
Manifestación por el derecho al aborto en Madrid en 1983, por RAÚL CANCIO
Manifestación por el derecho al aborto en Madrid en 1983, por RAÚL CANCIO
"Todas las gentes que no estén ciegas, bajo el influjo de prejuicios invencibles, son feministas". Adolfo Posada, 1899
Si hay una etiqueta que todavía sigue siendo objeto de prejuicios y de una permanente devaluación esa es sin duda la de feminista. En estos malos tiempos para la igualdad y para la garantía de los derechos de las mujeres, o lo que es lo mismo para la efectividad de la democracia, asistimos además a una progresiva huida de un término que es usado tanto por hombres como por mujeres en muchas ocasiones desde la ignorancia y en otras tantas desde el desprecio más absoluto. Mientras que otros conceptos vinculados a la lucha por los derechos humanos han acabado asentándose, aunque sólo sea en el ámbito de lo políticamente correcto, el feminismo sigue identificándose con los intereses parciales del colectivo "mujeres", cuando no con reivindicaciones extremistas que parecen identificar a sus protagonistas con la pura "histeria" con la que el diputado Novoa Santos calificó a la mitad de la ciudadanía en el debate constituyente de 1931.
A todo ello habría que sumar la ligereza con la que todos y todas opinan al respecto, aunque la mayoría de los y de las que hablan no hayan leído ni la tercera parte de los muchos volúmenes que atesora el pensamiento feminista. Algo que al menos algunos no nos permitiríamos hacer con respecto a otros campos del saber que no forman parte de nuestro caudal formativo.
Y es que a estas alturas del siglo XXI, y muy especialmente en nuestro país, sigue habiendo mucha ignorancia, alimentada sin duda por el orden patriarcal que sigue vigente, en torno a lo que el feminismo ha representado y representa como movimiento igualitario y como teoría política.
Porque no deberíamos olvidar que el feminismo no es solo un proceso de lucha que se inicia precisamente cuando el constitucionalismo liberal excluye de sus conquistas a la mitad de la Nación, sino que también constituye todo un marco de reflexión crítica y emancipadora mediante el que muchas mujeres -y algunos hombres- llevan cuestionando unas estructuras políticas, jurídicas y sociales que siguen marcando diferenciaciones jerárquicas entre unos y otras.
Por lo tanto, y desde esa doble consideración, el feminismo ha sido y es clave en los procesos de consolidación democrática y en la definición más completa y justa del Estado de Derecho. De ahí por lo tanto que debiera ser objeto de estudio preferente no sólo en ámbitos científicos cuya incidencia es evidente, sino en general como materia obligatoria sin la que es imposible educar para una ciudadanía capaz de ejercer sus derechos y obligaciones en condiciones de paridad. Algo que, por supuesto, desconoce la reciente reforma educativa y apenas es un mandato de buenas intenciones, en la práctica normalmente incumplidas, en nuestra legislación de igualdad. 
Feminismo2Por todo ello un libro como El feminismo en España. La lenta conquista de un derecho (Cátedra, Madrid, 2013) es no sólo una lectura altamente recomendable sino que debería convertirse en un manual de lectura obligatoria en escuelas, institutos y facultades. En élAnna Caballé, a la que tuve la suerte de descubrir en laapasionante biografía de Carmen Laforet que escribió con Israel Rolón, hace un recorrido por lo que ha significado el feminismo en España a lo largo del tiempo. Con una prosa más cercana a la literatura que al lenguaje puramente científico, lo cual será  de agradecer para un lector no iniciado, la autora trata de identificar las características singulares de dicho movimiento en un país cuyos condicionantes históricos casi nunca fueron propicios para hacer germinar con fuerza lo que en otros países sí que fue una lucha consistente. 
Según Caballé, el concepto clave para explicar el feminismo español es el de resistencia, es decir, el hecho de que haya representado siempre una forma de oposición pragmática, operada desde dentro del "sistema" y tal vez más volcado hacia lo pragmático que hacia lo teórico. Además, entiende la autora que el más rasgo más constante del dicho movimiento en nuestro país ha sido no tanto la reivindicación social sino la cultural: "En España no ha sido la defensa del voto, el derecho al trabajo o los anticonceptivos, o la lucha contra el maltrato machista lo que permite unir el feminismo bajo un solo clamor, sino la aspiración tenaz, incluso obsesiva, de nuestras mujeres a ser personas, a poder superar su inmemorial condena a la ignorancia, mediante el acceso a la instrucción y la cultura".
A partir de estas premisas, Anna Caballé nos invita a realizar por un viaje por los orígenes de lo que ella denomina "feminismo literario", partiendo de las raíces religiosas del mismo en los conventos del siglo XV hasta llegar a los debates contemporáneos, pasando por momentos tan decisivos como la II República o la transición. Y dejando muy claro, además, que es un término que ha de conjugarse necesariamente en plural. Es decir, que son muchos los feminismos o interpretaciones posibles de una misma raíz, como pasa con otras teorías políticas sin que ello merezca un juicio precisamente negativo.
El feminismo en España recupera voces de mujeres que continúan siendo ignoradas en los libros de historia y subraya los de otras que todavía hoy sólo son valoradas por quienes entendemos que no se puede ser demócrata sin ser feminista. Y las sitúa en el lugar que les corresponde, es decir, en el de un protagonismo esencial en la larga lucha por construir una sociedad en la que hombres y mujeres podamos gozar del acceso a los saberes, a los poderes y a los bienes en condiciones de igualdad. Por todo ello, es una lectura reconfortante y alentadora en estos meses en los que está resultando tan complicado encontrar razones para el optimismo.
Debería ser leído y subrayado por quienes continúan sometiendo el feminismo a un escrutinio injusto e infundado, así como por aquellos y por aquellas que parecen no entender que cualquier ataque contra la igualdad es un ataque al corazón mismo de la democracia. Y, por supuesto, debería convertirse en libro de cabecera para quienes seguimos en el compromiso de construir la "sociedad democrática avanzada" de la que habla el preámbulo de nuestra malherida Constitución. Una lucha en la que los hombres tenemos mucho que decir después de tantos siglos de monopolio de los púlpitos, para lo que no estaría de más que empezáramos formándonos en igualdad y conociendo a todas esas mujeres que la Historia ha situado en los márgenes. Las que han sido, como bien nos recuerda Caballé, tan necesarias para alumbrar una sociedad en la que, al menos como objetivo, ningún individuo sea excluido de la ciudadanía por razón de su sexo. Porque no deberíamos olvidar que, como bien sentenció Clara Campoamor en plena lucha por el sufragio verdaderamente universal, "solo hay una cosa que hace un sexo solo: alumbrar, las demás las hacemos todos en común". Algo que, por cierto, parecen todavía desconocer Gallardón y compañía.

Femen, ¿por qué nadie está con ellas?

El grupo ucraniano Femen parece haber desconcertado a todo el mundo y ha generado las opiniones más variopintas. Desde feministas de siempre que las odian a personas que están convencidas de que se trata de un grupo financiado por la CIA para desestabilizar al mundo árabe.
Fuente original: http://femen.org/
Un rápido vistazo a las redes me ha convencido de que, en general, no despiertan mucha simpatía dentro del feminismo y fuera de él casi nadie se las toma en serio. El desconcierto feminista, a mi entender, tiene que ver con varios aspectos que al mezclarse, dan como resultado una amalgama compleja a la que voy a intentar acercarme. El principal problema, a mi entender,  es que miramos a Femen desde nuestra propia historia y cultura política, y no desde la suya.
A primera vista los objetivos políticos expresados por ellas mismas en sus páginas de Facebook o en su web original parecen, como poco, ingenuos. Según su propia definición Femen es: “una organización de mujeres activistas en ‘top less’ que defienden su igualdad sexual y social en el mundo”. Añaden cosas como que el grupo “quiere mejorar las oportunidades de las mujeres en el mundo y (…) desarrollar el liderazgo, cualidades intelectuales y morales de las mujeres jóvenes (en Ucrania)” Esto es tan general y vago que mucha gente piensa que el único objetivo de Femen es salir en la televisión, lo que estaba asegurado una vez que enseñan las tetas.
Femen no despierta mucha simpatía dentro del feminismo y fuera de él casi nadie las toma en serio
En contra de esta interpretación hay algo que no debemos pasar por alto: que como consecuencia de esas protestas  algunas de sus activistas afrontan importantes penas de cárcel, violencia policial etc. Recordemos que lo que aquí no pasa de ser una falta o un delito menor puede ser un delito grave en algunos de los países exsocialistas como Rusia o Ucrania. Recordemos también que Femen es de las pocas organizaciones que realizan un activismo claramente antireligioso con acciones que dejan pálidas a aquella que aquí consistió en hacer topless en la capilla de la Complutense. Recordando lo que ocurrió entonces, (únicamente por sacar las tetas) podemos imaginarnos lo peligroso que es hacer jueguecitos sexuales con la cruz en una iglesia ortodoxa.  A mí me parece admirable que sean capaces de entrar en una iglesia y arrancar los símbolos religiosos, o protestarle al papa en las narices, en pleno Vaticano. Es una acción pacífica, no daña a las personas, pero es de un enorme simbolismo y nada comparable al daño que estas iglesia nos hace a las mujeres.
El peligro físico que esas activistas corren, que es real, cada vez que protestan se olvida con mucha ligereza y, en cambio, desde sectores del feminismo se critica su uso del desnudo como reclamo. Aquí se mezclan –de nuevo- varias cosas. Por una parte, allí (aquí) donde una parte del feminismo se ha institucionalizado y ha accedido a espacios de poder (con todo lo que esto tiene de positivo) se abandonan otros espacios más cuestionables, y en lo que se refiere a este sector del feminismo, uno de los espacios que se han ido abandonando es el del sexo. Cuando nuestro feminismo fue ocupando espacios políticos “serios” rechazó lo sexual porque ya sabemos que el ideal de lo cívico descansa en la oposición entre razón, por un lado, y  cuerpo y deseo por el otro. Así, lo sexual queda fuera del ámbito de la ciudadanía y aunque esta separación fuera denunciada en su día por el feminismo, éste ha ido cayendo en lo mismo que denunciaba según alcanzaba mayores cuotas de poder (poder necesario y legítimamente deseado, por otra parte). Pero, además, ocurre que vivimos rodeadas de representaciones misóginas del cuerpo de las mujeres: en la publicidad, en la pornografía, en el arte, en la cultura en general…y que esto nos ha empujado a veces  -a todas las feministas- a mirar con suspicacia casi cualquier representación sexual del cuerpo femenino.
Cuando nuestro feminismo fue ocupando espacios políticos “serios” rechazó lo sexual porque ya sabemos que el ideal de lo cívico descansa en la oposición entre razón, por un lado, y  cuerpo y deseo por el otro
Es normal este rechazo, pero también es peligroso porque pasamos por alto las posibilidades cuestionadoras del orden social, liberadoras, trasgresoras…de la sexualidad. Y aun sabiendo que la sexualidad está en la base misma de la ideología patriarcal, renunciamos a politizarla adecuadamente. En realidad, hemos sido expropiadas de nuestro propio cuerpo y a veces no nos damos cuenta.
Teniendo esto en cuenta que suele hacer referencia al feminismo clásico, en el caso de Femen podríamos pensar entonces que “el otro” feminismo, el feminismo queer, el feminismo proprostitución, el feminismo postporno etc. vería con simpatía esta forma de protesta. Y sin embargo nos encontramos con que tal cosa no sucede. En este caso creo que la razón no es la forma sino el fondo. Femen surgió como organización con el objetivo prioritario de luchar contra la legalización de la prostitución  que el gobierno de Ucrania planeaba llevar a cabo con motivo del campeonato de fútbol en 2012 y  con el objetivo de que la compra de servicios sexuales se convirtiera en un delito. Desde entonces, este es su principal campo de batalla.  Es decir, Femen saca las tetas para protestar por todo aquello que a este feminismo le parece bien, contracultural, trasgresor y, por tanto, casi automáticamente defendible. Y justo porque saca las tetas es rechazado por el otro feminismo, que opina que Femen fomenta los estereotipos sexistas. Así que Femen no tiene en la Europa postfeminista (no me adhiero a esta etiqueta) quien le defienda y, por el contrario, molesta a todo el mundo. No parecen reprimidas ni moralistas sexuales, como las partidarias de la prostitución acusan a las antiprostitución (a veces como único argumento) Y, al mismo tiempo, para denunciar la prostitución se desnudan en público, cosa que no les parece bien a las feministas clásicas.
Femen saca las tetas para protestar por todo aquello que a este feminismo le parece bien, contracultural, trasgresor y, por tanto, casi automáticamente defendible
Es en este punto donde quizá no estamos teniendo en cuenta el contexto sociocultural en el que surge Femen, muy diferente del nuestro. Femen es fruto de una historia política y una sociedad radicalmente diferente (al menos en los últimos 50 años) de la muestra: la de los países ex socialistas y ahora ortodoxos y brutalmente neoliberales; una cultura que  se ha dado de bruces con la situación actual de reacción neoliberal antifeminista pero que no ha conocido las luchas feministas de los años 70 y 80; una sociedad y una cultura política que no ha  conocido tampoco políticas de Estado a favor de la igualdad y en la que la igualdad de género no ha sido jamás un tema en la agenda política de ningún partido. Las propuestas feministas de Femen nos suenan a nosotras increíblemente ingenuas, casi anacrónicas. La entrevista publicada en el diario Hoy hace unas semanas revela esa ingenuidad y nos muestra un feminismo puramente defensivo y poco elaborado teóricamente. Hace 30 años también yo veía debates en la televisión en los que se acusaba a las feministas de ser feas e ir mal vestidas y peinadas. Es posible que las feministas de Femen no hayan incorporado la teoría queer a sus planteamientos, pero de lo que no cabe duda es de que sufren formas brutalmente patriarcales que nosotras creemos en ocasiones haber superado, lo que no es cierto; tan sólo las hemos estilizado.
Quizá ellas no se han enfangado todavía en el debate sobre la prostitución, simplemente sufran las consecuencias de un país convertido en un enorme prostíbulo y las consecuencias que eso tiene para todas las mujeres. Sufren las violaciones sin castigo, la violencia cotidiana y las discriminaciones, y han decidido protestar de una manera llamativa y que, de paso no deja de recordarnos que el cuerpo es nuestro campo de batalla, todavía. Nos recuerdan que apropiarnos de nuestros cuerpos para sexualizarlos, protestar, mostrarlos,  escandalizar, molestar…es aún nuestro derecho y todavía puede ser  una estrategia útil. Femen y la represión que sufren cada vez que enseñan las tetas nos recuerdan también –de manera muy palmaria- la aparente paradoja de que vivimos en un mundo en el que el cuerpo femenino es mostrado sin problema en la publicidad para vender todo tipo de cosas; es utilizado en la pornografía que se vende libremente en cualquier quiosco o librería a la vista de todo el mundo; es mostrado continuamente en la televisión, la fotografía o el cine sin ningún problema, todos los días a todas horas (y desde luego no estoy diciendo que no debiera verse/mostrarse sino hacerlo en condiciones de igualdad con los hombres). Pero al mismo tiempo, si ese mismo cuerpo es mostrado por las propias mujeres no para ofrecerlo a la mirada masculina, sino como arma de protesta, entonces parece otro cuerpo (es otro cuerpo en realidad) y se censura.
Es curioso como ese cuerpo se censura o no dependiendo del significado que le demos a su visibilidad y no respecto a su visibilidad misma. Si es para vender un perfume, si es como apoyatura de un relato patriarcal,  puede mostrarse. Si es no comercial y pretende usarse para protestar contra ese relato patriarcal, entonces de repente el mismo cuerpo se vuelve escandaloso y aparecerán policías para taparlo con una manta. Así que cuerpos para vender sí, cuerpos para ser usados sí, cuerpos para someterse también, pero cuerpos en rebeldía no. Las Femen han tenido la desgracia de que no siendo “post…nada” ni postfeministas, ni postporno, ni postmodernas, han decidido mostrar sus tetas casi como si lo fueran.  Y eso ha desconcertado a casi todas.

Aquí os dejo algunos artículos serios sobre el tema que incluyen videos con sus acciones:
http://www.guardian.co.uk/world/2013/mar/20/naked-female-warrior-femen-topless-protesters
http://www.theatlantic.com/international/archive/2013/03/the-woman-behind-femens-topless-protest-movement/273970/

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Beatriz Gimeno

Activista lesbiana y feminista, escritora (de novela, ensayo y poesía) y bloguera

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Viaje al corazón de Susan Sontag

el país

Viaje al corazón de Susan Sontag

La segunda entrega de sus diarios retrata a la intelectual y a la escritora y supone, además, un mosaico de su vida íntima, sus sueños y sus ideas más combativas


Susan Sontag, escritora y periodista, fotografiada en el Hotel Clarís de Barcelona en 2003. /VICENS GIMÉNEZ (EL PAÍS)
...y esa niña huérfana de amor que desde pequeña hizo las veces de madre de su mamá y de su hermana, un día descubrió lo que quería ser y cómo conseguirlo: “Aspirar a ser muy buena (si soy extremadamente buena, me amarán)”... Así, la niña desamparada se convirtió en Susan Sontag (Nueva York, 1933-2004), una de las intelectuales más destacadas de la segunda mitad del siglo XX: brillante, combativa, militante de la igualdad entre hombres y mujeres, simpatizante del comunismo, crítica con la política y la sociedad de su país, gran ensayista del arte, enseñante de cómo entender los derroteros culturales del momento, escritora respetada...
Oropeles que solo eran el medio para otro fin. Pero oropeles que la convirtieron en una persona muy admirada por unos, sí, pero también desdeñada por otros. ¿Y alcanzó el fin?
Es uno de los secretos desvelados en La conciencia uncida a la carne. Diarios de madurez, 1964-1980 (Random House) y editado por su hijo David Rieff. Se trata del segundo de los tres tomos que conformarán, según escribe Rieff en el prólogo, “no solo la autobiografía que Susan Sontag nunca alcanzó a escribir, sino la gran novela autobiográfica que nunca le interesó escribir". Un retrato de una persona deseosa de aprender y comprender en una época de grandes cambios como fueron los años 60 y 70 mientras se busca a sí misma.

Bibliografía

El benefactor (1963, novela)
Contra la interpretación (1964, ensayo)
Estilos radicales (1969, ensayo)
Sobre la fotografía (1975, ensayo)
La enfermedad y su metáforas (1978, ensayo)
Yo, etcétera (1978, narrativa)
Bajo el signo de Saturno (1980, ensayo)
El amante del volcán (1995, novela)
Contra la interpretación (1996, ensayo)
En América (2000, novela)
Ante el dolor de los demás (2003)
Renacida. Diarios tempranos 1947-1963
Si el primer volumen, Renacida.Diarios tempranos 1947-1963, apareció en 2010 rodeado de cierta polémica acerca de si era lícito o no publicar los diarios de una persona sin su autorización expresa —y eran jirones de su infancia y de su vida hasta que cumple 30 años y ya asoma lo que habrá de ser el personaje— esta nueva entrega es un mosaico íntimo, personal, social, intelectual, sentimental, político y literario de lo que será Susan Sontag para la Historia. Son los años del florecimiento y esplendor de una persona que se casó a los 17 años con su profesor, el sociólogo Philip Rieff, con quien tuvo su único hijo, que publicó su primera novela en 1963 y que amó a las mujeres, en medio de la sensación de orfandad de cariño.
Porque esa mujer conocida por casi todos tenía un secreto, vivo como una gota malaya, y cuyo sonido siempre la acompañó. Pero es precisamente ese deseo de suplir ese eco de abandono y falta de cariño el que impulsa y delinea su destino. Su vida se convierte en una huida que es una búsqueda, la de encontrar amor, afecto... y es en aquellos años infantiles de desconsuelo ejerciendo de madre de su madre cuando descubre que la clave está en su capacidad de adquirir cultura y conocimiento. Sabe que podría haber canalizado ese impulso en ser delincuente, por ejemplo, pero en cambio, desvela: “Me dije, voy a ser extremadamente buena —y mereceré (atraeré) el amor— y procuraré la responsabilidad, la autoridad, el dominio, la fama, el poder”. Una realidad, pero una realidad a medias, porque como escribe su hijo, el corazón de Susan Sontag “se rompió a menudo, y buena parte de este tomo es la elaboración de la pérdida amorosa. En cierto sentido ello implica que se tenga una impresión falsa de su vida, pues propendía a escribir más en sus diarios cuando era infeliz, mucho más cuando lo era amargamente, y menos cuando se encontraba bien”.
¿Y sus ideas, como por ejemplo el apoyo al comunismo? “Nunca se retractó de su oposición a la guerra. Pero sí llegó a arrepentirse y, a diferencia de muchos de sus pares, a retractarse públicamente de su fe en las posibilidades de emancipación del comunismo, no solo en sus encarnaciones soviética, china o cubana, sino en cuanto sistema”.

Me dije, voy a ser extremadamente buena —y mereceré (atraeré) el amor— y procuraré la responsabilidad, la autoridad, el dominio, la fama, el poder
Pero es el amor el ánima de su vida. Y ya con 33 años Susan Sontag descubrió que esa estrategia de dar conocimiento a cambio de este era una trampa, otro desamparo sin fin: “Mi hábito de intercambiar información a cambio de calor humano. Como poner un chelín en un contacto; dura cinco minutos, después hay que poner otro chelín”.
Ahora, unos cuantos chelines que crean un recorrido, en forma de abecedario, por algunos de los contenidos de Susan Sontag en La conciencia uncida a la carne:
ABANDONO: Quiero ‘prometerme’. Una razón es la ansiedad (quiero encontrar un puerto seguro, librarme del debilitante temor del abandono).
AMOR: El amor es volar planeando, flotar. Pensar es volar en solitario, batiendo las alas.
ARTE: Ya no debemos esperar que el arte entretenga o divierta. Al menos no el gran arte.
-El arte es la condición fundamental de todo.
AUSENCIA: Mi universo, entonces, en contraste radical con el de Eva, está poco poblado. No vivo el mundo como una invasión, una amenaza, una agresión. La ansiedad primordial es la ausencia, la indiferencia, el ‘paisaje lunar’.
COMUNISMO: Un gran tema el desamor de Occidente con el comunismo. El final de doscientos años de pasión.
CONOCIMIENTO: Cuando entiendo algo plenamente, se muere. De ahí que me atraiga el ‘exilio’. Estar cómoda es saber lo que es posible a cada paso. Los acontecimientos están afianzados, tienen la protección de lo posible. Al girar la esquina nada sorprende.
CRÍTICOS: Los dos críticos mayores y más influyentes -Valéry; y después Blanchot.
CUALIDADES: Las cualidades que me atraen (alguien a quien amo debe tener al menos dos o tres): 1- Inteligencia. 2-Belleza; elegancia. 3- Douceur (delicadeza, dulzura). 4- Glamour; celebridad. 5- Fuerza. 6- Vitalidad; entusiasmo sexual; alegría; encanto. 7- Expresividad emocional, ternura (verbal, física), afecto.
CORAJE: Es una palabra que solo se puede emplear en tercera persona. El miedo, par contre, es un adjetivo de primera persona.
DAVID (su hijo): Estoy demasiado ‘cerca’ de David en el sentido de que me identifico con él. Cuando paso mucho tiempo con él pierdo la noción de mi edad; acepto los límites de su mundo.
-apacigua mis fantasías de ser un chico. Me identifico con David, es el niño que habría querido ser –no necesito ser un chico porque él existe.
DESAMOR: Nunca voy a sobreponerme meramente a este dolor. Estoy helada, paralizada, con los engranajes atascados. Solo se aliviará, disminuirá si de alguna manera puedo trasponer la emoción – como del dolor a la ira, de la desesperación a la conformidad. Tengo que activarme. Mientras me siga sintiendo como paciente  este dolor insoportable no me abandonará-.
ESCRIBIR: Vivo la escritura como algo que se me da –a veces, casi, como un dictado. Dejo que sobrevenga, trato de no interferir con ella. La respeto, porque soy yo y sin embargo es más que yo. Es personal y transpersonal, ambas.
-Creo que estoy preparada para escribir. Pensar con palabras, no con ideas
ESTADOS UNIDOS: La base calvinista de la ideología estadounidense: la naturaleza humana es en lo fundamental oscura, malévola, pecaminosa, egoísta y solo responde a motivos egoístas o materiales o competitivos.
ESTILO: La manera en que las cosas se nos presentan diseñadas para el placer.
LEALTAD: Mi lealtad al pasado –mi rasgo más peligroso, el que más me ha costado.
EXISTIR: Nada existe a menos que yo lo mantenga (por mi interés, o mi potencial interés). Esta es una ansiedad fundamental, sobre todo subliminal. Por lo tanto debo permanecer siempre, tanto en principio + de manera activa, interesada por todo. Adoptando como mi coto todo el conocimiento.
FAMA: Ser famosa a fin de tener acceso a la gente, de no estar sola.
GUERRA VIETMAN: Vietnam es la primera guerra televisada. Un happening continuo. Estás allí. Los estadounidenses no pueden decir, como pudieron los alemanes –pero es que no nos enteramos.
HONOR: Honor. Honor. Honor. Dar lo mejor de sí misma siempre.
INDIFERENCIA: Mi experiencia más profunda es la indiferencia, más que la censura.
INTELIGENCIA: La inteligencia no es necesariamente algo bueno, algo que se haya de valorar o cultivar. Es más como una rueda de recambio –necesaria o deseable cuando las cosas se averían. Cuando todo va bien, es mejor ser estúpido… La estupidez tiene tanto valor como la inteligencia.
KENNEDY: Un asesinato: como una bombilla (foto panorámica) que destella en un boscaje sombrío, iluminando toda la vida oscura y asustada de los bosques. (Dallas-nov.1963)
LEALTAD: Mi lealtad al pasado –mi rasgo más peligroso, el que más me ha costado.
LIBERACIÓN FEMENINA: La liberación de la mujer debe ser la abolición de las convenciones sexuales específicas en todas las actividades –salvo la procreación y, quizá, algunos trabajos que requieren mucha fuerza física.
LITERATURA: El futuro de la ficción (la prosa narrativa) está cada vez más + más en decirlo todo (¿la supresión de lo anecdótico, lo particular?).
MADRE: M. no respondía cuando yo era niña. El peor castigo –y la mayor frustración. Siempre estaba ‘distante’- aunque no estuviera enfadada. (La bebida era síntoma de ello). Pero yo seguía intentándolo
- Mi ansiedad aguda + temor por su envejecimiento, por parecer vieja –en algún momento hasta deseé morir primero porque no sería capaz de soportar ver aquello- habría sido algo obsceno.
MORBOSIDAD: La estetización de la muerte. Véase el osario de las catacumbas de París. La muerte se arregla para el espectador.
NOVELA: La novela como libertad: las únicas reglas que puede romper son las internas –las que ella misma dicta.
PAISAJES. Mis dos paisajes modélicos: el desierto (seco, duro, vacío, caliente) y el trópico (húmedo, pleno, incluso repleto, caliente)
PERSONAS: Joe dice que hay dos clases de personas –las que están interesadas en la propia transformación y las que no lo están. Ambas requieren la misma cantidad de energía. Estoy de acuerdo con lo primero –y solo estoy interesada en las personas dedicadas a un proyecto de transformación propia. Pero con lo segundo: me gustaría poder creer algo tan optimista. Me parece que se requiere mucha más energía para cambiar.
POP: El arte pop es el arte de los Beatles.
RELIGIÓN: En Estados Unidos, la religión equivale al comportamiento. Se deja de ir a la iglesia o a la sinagoga por las prohibiciones o el excesivo peso del ritual, no (como en Europa) por una crisis de fe o de creencias.
RENUNCIA: Renuncié en primer lugar a mi sexualidad. Renuncié a mi capacidad de comprenderme a mí misma como una persona ‘común’; renuncié a la mayor parte de las vías normales de acceso a mí, a mis sentimientos. Renuncié a la confianza en mí misma en las relaciones personales. (…) Renuncié a tratar de ser atractiva.
SOLEDAD: Debo aprender a estar sola –y lo que he descubierto es que con David no es estar sola (a pesar de mi profunda soledad). Es todo un universo propio, al que me adapto. Con David soy una persona diferente a cuando estoy sola.
-La soledad es interminable. Todo un mundo nuevo. El desierto.
SUEÑOS: Todos los sueños son modelo del propio análisis. Los sueños burdos son las declaraciones ingenuas o análisis del ‘problema’ propio. El sueño útil es el más complejo, la declaración o dramatización menos reductiva. La parte importante del sueño es la declaración analítica, no la resolución narrativa.
TELEVISIÓN: Es el factor más insensiblizador de la sensibilidad moderna. (La TV altera todo el ritmo de la vida, las relaciones personales, el tejido social, la ética- todo ello apenas comienza a ser evidente. Nos obliga a pensar: ¿Qué es una imagen?)
URSS: La URSS no es el caso de una revolución que fracasó, sino el de una revolución totalitaria que triunfó.

Susan Sontag: La concienca uncida a la carne. Diarios de madurez, 1964-1980. Editado por DAvid Rieff. Traducción de Aurelio Major. Literatura Random House. 516 páginas